El duelo ante al muerte de un ser querido es uno de los procesos más complicados que enfrentamos: sumergidos en un mar de emociones, nos vemos ante la necesidad de tomar decisiones prácticas en un momento en que no sabemos dónde estamos parados. Organizar los bienes de la persona que se fue, es una de esas complejas tareas para las que nadie está preparado, y por eso, hoy queremos hablar de ello.
Cada minuto que pasa luego de la muerte de alguien que amamos es difícil, tras los primeros días de abrumadores eventos y reencuentros, viene la triste calma, el desamparo que uno siente por la ausencia en el mundo y en nuestras existencias de esa persona.
Reincorporarse a la vida luego de una pérdida no es cosa sencilla, sobre todo por que no volvemos a lo que teníamos, volvemos a un mundo completamente distinto y en él que hay mucho por hacer.
El duelo tiene un componente emocional enorme, de repente, actuamos y reaccionados de maneras que nunca imaginamos, nos vemos inmersos en una serie de acciones y decisiones prácticas, que por mucho que imaginemos o nos preparemos, nos sorprenden y abruman.
Nadie está preparado para el duelo, nadie está preparado para lo que viene. ¿Qué hacer con sus cosas? Su cepillo, sus libros, su ropa, de repente sentimos un vínculo con las cosas que no tenemos ni con nuestras propias pertenencias.
Que complicado es entrar a su cuarto, abrir su clóset, llegar a la cocina y ver la taza que utilizó por última vez. Cada objeto personal adquiere un significado enorme, son una forma de aferrarnos a aquel que perdimos.
La tarea de decidir qué hacer con las pertenencias de alguien que falleció va de la mano con la visualización de que la vida de una persona ha terminado, se trata de uno de los momentos cuando comenzamos a hacer tangible que ya no está, cuando nos rodeamos de su rutina, de sus utensilios de uso común, de su día a día, y no es nada sencillo.
¿Cómo saber en qué dirección ir cuando se trata de decidir qué hacer con sus cosas? ¿Cuál es el camino correcto?
No hay una fórmula mágica, por supuesto, pero hay pautas que podemos seguir para poder atravesar ese momento y es justamente de eso de lo que queremos hablar hoy.
Abraza tus emociones
Entrar a la casa o cuarto que habitaba tu ser querido te provocará una tormenta de emociones, habrá dolor, rabia, impotencia, tristeza, pero, también es posible que sonrías al recordar alguna anécdota, alguna manía, incluso al descubrir ciertas intimidades.
El proceso de duelo es complejísimo, muy personal, y si bien, se han identificado diversas etapas que todos experimentamos, lo cierto es que no lo hacemos en un orden preciso, vamos pasando de la negación, a la depresión, a la ira, a la aceptación y de nuevo a la negación.
Acepta todas tus emociones, llora todo lo que quieras, no hay una cantidad determinada de lágrimas, no hay una conducta acertada, pero siempre, procura trabajar el autocuidado. Los duelos son de por si complicados y luego, si vamos poniéndonos piedritas, si nos vamos llenando de culpas, sólo vamos a sufrir más.
Tomar las decisiones que consideres correctas para ti es importantísimo, pero resulta que en ese momento, no sabes qué es lo correcto, pues bien, ayuda mucho que te pongas en los zapatos del fallecido, sobre todo en lo que respecta a las decisiones relacionadas con sus pertenencias.
Todos sabemos que vamos a morir, que aquellos que amamos lo harán también, pero realmente no somos conscientes de la muerte hasta que la enfrentamos, solemos eludir el tema siempre que sale a colación, pero de verdad sirve sostener esa conversación con quienes amamos, es difícil en ese momento, los sabemos, pero ayuda muchísimo saber que querían los que se fueron.
No hay un momento ideal para revisar la pertenencias, para decidir qué hacer con ellas y siempre dependerá del carácter y personalidad de la persona encargada de hacerlo.
Hazlo poco a poco, empieza por las cosas fáciles, esas con las que no tienes un vínculos personal y deja para el final las cosas cargadas de emociones.
Juntos es mejor que divididos
Cuando la familia es grande, normalmente es una persona la que toma la batuta, ésto es de gran utilidad pero puede ocasionar problemas si esa persona siente que está sola en la tarea o bien, los demás se siente excluidos.
Elijan entre todos una persona que lidere el proceso, que levante el inventario, alguien cuya autoridad todos puedan aceptar y en caso de que no logren ponerse de acuerdo, busquen a alguien externo a la familia, tal vez un amigo muy cercano de la persona que murió o, incluso, un profesional.
Todos hemos escuchado de familias que se hacen pedazos cuando alguien muere, ya sea por la herencia o por qué alguien decidió hacer algo sin consultar a los demás. La muerte genera todo tipo de reacciones, nuestras emociones están a flor de piel y los malos entendidos son casi casi inevitables.
Inevitables claro, pero no insuperables, no hay que perder nunca de vista que si algo tienen en común los dolientes es el amor hacia la persona que ya no está así que hagan de ese amor la consigna para organizar sus bienes.
Las emociones los van a rebasar, pero traten de ver los desencuentros como parte del proceso de duelo y no como ataques personales, todos están tratando de acostumbrarse a la pérdida, así que ténganse paciencia.
Estar rodeado de la familia ayuda, consuélense mutuamente, escogan todos un objeto en particular que los conforte, cuente anécdotas, acompáñense y no permitan que lo material se vuelva un asunto de conflicto.
Acepta y pide ayuda
Hay muchos escenarios por los que alguien debe de afrontar la difícil tarea de organizar los bienes de alguien fallecido solo, tal vez la familia vive lejos, tal vez, no hay más familia.
Hacer algunas cosas solo puede venir muy bien, nos permite conectar más con nuestra pérdida, con nuestras emociones, pero a veces sólo nos hace más daño.
Cuando alguien fallece, muchas personas se hacen presentes, todos nos dicen: “lo que necesites”, pero luego, pasa el velorio, los primeros días y la persona doliente va sintiendo el peso de la ausencia sólo.
Todos sabemos a quienes recurrir cuando más mal nos sentimos, así que hay que hacerlo, aceptar la ayuda, pedirla es muy importante cuando estamos organizando las pertenencias de nuestro ser querido.
Platicar con alguien mientras empacamos las cosas sirve muchísimo, lo mismo que consultarlos para tomar algunas decisiones que pueden ser abrumadoras para nosotros. Amigos tuyos, pero también de la persona que falleció, ayuda de una manera enorme estar acompañado.
Dale tiempo al tiempo
El refrán dice que sólo el tiempo cura las heridas y es tan cierto, sólo el tiempo te permitirá incorporar la ausencia de quien se fue a tu vida, no hay más.
El duelo es tiempo, por eso es muy duro y cansado, es un vaivén de emociones y la realidad es que el dolor nunca se irá, pero gracias al tiempo, aprenderemos a vivir con él.
Por eso tienes que tener muy claro que no hay prisa, que todo lo tienes que hacer cuándo te sientas listo para hacerlo, que no debes de tomar decisiones apresuradas o presionarte por estar bien.
Para muchas personas, es impensable mover una sola cosa de la habitación durante meses, para otras, es necesario hacerlo pues verlas sólo les genera ansiedad.
No hay escenario correcto. Sigue tus propios sentimientos, piensa que sólo así podrás pasar del “no puedo” al “estoy listo para”.
No quieras hacer todo de manera inmediata, como ya lo mencionamos, comienza por las cosas con las que no sientes vínculos emocionales y ve subiendo el nivel hasta llegar a cosas tan íntimas como la ropa. Se trata de lograr el balance correcto escúchate, ¿sientes que estás listo para soltar?
Tal vez haya cosas que no puedes mover durante mucho, mucho tiempo. Está bien, no lo hagas. Los expertos llaman “momificación” al hecho de mantener las pertenencias de los fallecidos exactamente como estaban cuando vivían y es una conducta que responde al pensamiento mágico del doliente que espera que la persona vuelva.
Es muy normal y por tanto no tienes que sentirte presionado, el momento para mover ese objeto llegará, te lo aseguramos.
En el complicado caso de que tengas cierta urgencia por desocupar la casa o la habitación, te recomendamos que tomes fotos y que tal vez no te deshagas de nada de inmediato, guarda todo en cajas y contenedores, date un tiempo y luego, poco a poco, ve abriéndolas y haciendo la depuración que necesitas.
Incluso si no tienes que desocupar el espacio puede ser bueno que almacenes los bienes durante un tiempo y luego vuelvas a ellos, esta acción puede evitar decisiones viscerales, conflictos entre las familias. El tiempo ayuda a que uno se serene y puede hacer que tomemos mejores decisiones.
Las pertenencias que nuestros seres queridos dejan suelen ser lazos a los que nos aferramos cuando los perdemos, pero nunca debemos dejar que se vuelvan una forma de escapar de nuestro duelo o bien, dejar que se conviertan en elementos de discordia entre nuestra familia.
Es mejor soltarlas antes que hacer que se conviertan en algo que nos lastime o rompa a la familia, nunca olvidemos que nada va a reemplazar a quien perdimos y que la mejor manera de honrarlos en estando bien.
Durante el último año y medio de nuestras vidas, todos hemos perdido algo o a alguien, de ahí que sea tan importante que busquemos todas las herramientas que nos ayuden a enfrentar e incorporar estas pérdidas a nuestra vida, por acá te dejamos este contenido que puede serte de ayuda.