En distintas ciudades mexicanas la gentrificación de algunos de sus barrios es ya un hecho, no sólo eso, este fenómeno se va extendiendo y adquiriendo más y más relevancia: ¿es buena?, ¿es mala?, ¿qué es exactamente? Hoy en U-Storage exploramos el proceso urbano que tanta controversia desata, hablemos pues de gentrificación.
En su libro autobiográfico Recuerdos de mi inexistencia, Rebecca Solnit escribe:
“En algún momento, comentó que yo era la primera persona blanca que residía en el inmueble desde hacía diecisiete años. La mayor parte de los otros vecinos eran parejas mayores… Yo no acababa de asimilar que me hubiera mudado a un barrio negro; me enseñaría muchas cosas durante los años siguientes, y me quedaría tanto tiempo en él que, cuando me fui, me fui de una zona de clase media blanca cuyos edificios apenas habían cambiado, aparte de la pintura, pero donde se había transformado todo lo demás y había muerto algo esencial.”
La autora se reconoce como parte inicial de un proceso transformador; la primera chica blanca en vivir en un barrio negro de San Francisco recién iniciada la década de los 80’s. Como una colonizadora, sin ser consciente de ello, había abierto una puerta para que otros como ella se animaran a vivir ahí, hecho que finalmente se tradujo en la destrucción de la comunidad que hasta entonces había habitado esas calles.
Y es que, al parecer, ese es el devenir irremediable de la gentrificación, de ahí, que hoy ciudades como Oaxaca, Mérida, Monterrey y CDMX estén debatiendo al respecto. ¿Sabes exactamente qué es la gentrificación? ¿Cuáles son sus ventajas y desventajas? Sigue leyendo pues hoy en U-Storage la explicaremos, hablemos de gentrificación.
Historia de la gentrificación
Acuñado por la socióloga británica Ruth Glass en la década de los 60’s del siglo pasado, gentrificación se refiere a la transformación urbana que experimentan barrios populares cuando llegan a habitar a ellos personas con mayores ingresos. Se trata de un aburguesamiento de zonas que hasta entonces habían sido habitadas por clases trabajadoras con recursos limitados; los cambios suelen ser tan contundentes que en el transcurso de pocos años la mayoría de los habitantes originarios se ven en la necesidad de desplazarse pues el costo de vida de toda la zona se ha elevado a tal punto que es impagable para ellos.
Con la llegada de nuevos colonos llega también la inversión económica al barrio: nuevos servicios y negocios destinados a los habitantes con mayores ingresos comienzan a aparecer, mientras que los negocios tradicionales se ven obligados a cerrar, no sólo eso, conforme más y más habitantes con mayor poder económico llegan, la plusvalía de la zona aumenta y con ello llegan los aumentos a la propiedad, tanto a la venta como a la renta.
Como ocurre con todos los cambios demográficos, la gentrificación es complicada y produce una serie de cambios; algunos negativos, otros positivos dependiendo de a quién se le pregunte. Muchos impactos de la gentrificación parecen bastante deseables: reducción de la delincuencia y el deterioro de barrios que durante mucho tiempo habían carecido de recursos o habían sido olvidados, a menudo, genera nuevas inversiones en infraestructura e impulsa la actividad económica.
La revitalización de barrios abandonados o con una infraestructura en mal estado es innegable, la mejora en las vías de transporte también, así como el aumento de clínicas y otras instalaciones sanitarias, el acceso y la calidad de la educación; la percepción e imagen de la zona muta, convirtiéndola, en ocasiones, en atractivo turístico.
Formas y tipos de gentrificación
La revalorización del barrio, ya sea por la llegada de nuevos tipos de habitantes (artistas, extranjeros, parejas sin hijos) o por el desarrollo inmobiliario, trae como consecuencia directa y primigenia la expulsión o segregación de los antiguos habitantes, y aquí se han identificado dos formas en que lo hace: de manera directa cuando los antiguos pobladores pierden sus casas por el aumento de la renta o bien la venta del inmueble; y la expulsión simbólica o desplazadora que es cuando los vecinos “deciden” abandonar la colonia pues las redes vecinales conocidas han desaparecido y ya no encuentran espacios adecuados a su nivel de vida.
Distintos procesos de gentrificación a nivel mundial han permitido identificar cinco tipos: trasnacional, turística, productiva y comercial, simbólica y cultural, y gentrificación provincial y rural. En México, se ha logrado establecer a la turística y productiva y a la comercial como las que hasta ahora imperan, aunque expertos están hablando también de una gentrificación muy especial: la llamada gourmetización, fenómeno impulsado por exclusivos restaurantes que retoman la comida local y típica pero en entornos muy exclusivos y a precios mucho más elevados.
Los analistas, además, han comenzado a expresar preocupación por la llegada de la gentrificación a regiones rurales, en específico a distintos Pueblos Mágicos que están viendo mutar sus comunidades a una velocidad muy rápida y que en muchas ocasiones los segrega.
La triste realidad de la gentrificación
Desafortunadamente, en el progreso capitalista no todo es miel sobre hojuelas; los cambios que se experimentan con la gentrificación no suelen traducirse en una mejora para todos, es decir no hay igualdad ni reparto equitativo en ellos. Normalmente beneficia a los nuevos habitantes y perjudican enormemente a los antiguos residentes que pronto se ven marginados de su propio barrio. El asunto no ocurre de la noche a la mañana, va de a poco, pero siempre llega a un punto de inflexión y el cambio se acelera hasta que poco o nada queda del antiguo espíritu del barrio o colonia.
El barrio es ya víctima de su propio éxito, eso que en un principio atrajo a los nuevos habitantes ha quedado destruido, aparece una nueva cultura y un nuevo carácter: nuevas normas de construcción, una nueva arquitectura, el comportamiento público muta, poco a poco se abren paso nuevos códigos y reglas sociales que eliminan las particularidades de la zona; la diversidad cultural, de clases y razas se pierde.
El aumento de la falta de vivienda, la pérdida de viviendas asequibles, la tensión sobre los servicios públicos debido al incremento de la densidad demográfica, pérdida de espacios verdes en pro de la construcción, desaparición del carácter histórico del barrio, disparidades socioeconómicas y erosión cultural, son algunos de los efectos más negativos de la gentrificación.
Aparecen nuevos estilos de vida en el barrio que antes contenía modelos familiares mucho más tradicionales, y, casi siempre, la gran mayoría de las comunidades que hasta entonces habían vivido ahí se ven forzadas a mudarse a zonas periféricas, reubicación que, por supuesto, merma su calidad de vida en muchos niveles.
Hay que tomar en cuenta que el cambio es inevitable, incluso entre los habitantes tradicionales de la zona, sin embargo, la gentrificación se refiere a cambios que afectan específicamente a comunidades históricamente marginadas, de bajos ingresos y diversas, en pro del desarrollo de un estilo de vida mucho más costoso y excluyente y, que la mayoría de las veces es estimulado por desarrolladores inmobiliarios que priorizan la ganancia económica.
Gentrificación en la CDMX
Así, gente que vivió dos o tres generaciones en una casa se ve obligada a irse pues ya no tiene para pagar una renta que ha subido al doble o triple en cuatro, cinco años. En CDMX, la llamada gentrificación turística está generando no sólo polémica y protesta social, el gobierno se ha dado a la tarea de revisar ciertos marcos legales y crear nuevas leyes que buscan contenerla.
Los nómadas digitales están llegando a la capital de nuestro país atraídos por la calidad de vida que ofrece: ciudadanos de Estados Unidos y Europa encuentran aquí espacios casi idílicos y su presencia, desafortunadamente, está significando la desaparición de la diversidad cultural originaria de muchas de las colonias que eligen para vivir.
Basta con caminar hoy por la colonia Condesa de CDMX: los espacios ya están diseñados para ellos, los costos también.
Para quedarse pensando…
Sin duda, contar con ciudades y barrios en dónde muchos estilos de vida y visiones de mundo puedan convivir con equidad es lo ideal. El diseño y desarrollo urbano del siglo XXI debería buscar un equilibrio que permita que distintos estilos de vida puedan convivir en un mismo espacio y qué el asentamiento de uno no signifique la expulsión del otro.
Analistas sociales y activistas llaman a estimular el comercio local, aceptar, conocer otros estilos de vida, abrirse a ellos y no censurarlos como parte de las acciones que nosotros podemos hacer para mitigar los efectos negativos de la gentrificación.
Y bueno, para sentir un poco la esencia de CDMX, la actual, la histórica, por acá te dejamos algunas postales de nuestra hermosa capital, pues hacer memoria, revalorizar lo pasado, sin por ello dejar de ser críticos ante él, es una de las formas en que mejor hacemos comunidad.